lunes, 8 de octubre de 2012

La Rutina

Lejos de pedir otra copa
en el local de la esquina
donde por costumbre sales 
con la cara rota,
las cuatro eran ya en el reloj.
Y se dio una situación cumúnmente extraña:

Los de pinta rara,
empezaron a consumir 
la sal de los tequilas (o algo así). 
Además, no se paro el tiempo 
cuando se descorcho las séptima botella,
y entre sonrisas de tristeza 
se hizo el silencio abrumador.

Y fue salir de allí y de noche cerrada,
acaricie un pecho
fingiendo ser mi almohada.
Ya olía a mierda cuando
se mezclaron las salivas y los alientos.

Se hizo el amor. 
Aunque ni yo sabía quien era ella, 
ni ella sabía quien era yo.

Llegue a casa
y entre papeles tirados,
me hice un hueco al costado de su brazo,
el de mi musa imaginaria.

Pasó la escasa noche y la mañana,
me desperté llorando como por costumbre lágrimas.
Y salí a hacer amigas,
a ese local de la esquina,
donde por costumbre sales
con la cara rota...