Yo te quiero así,
con las manos de hojalata
y tu cuerpo desigual,
con tus caderas deformes
y tus pelos rebeldes.
Te deseo por tu sonrisa chivata,
que desvela el cauce de un río entre tus dientes.
Por tu piel pálida y tu pelo sucio,
oscuro, como la maleza más profunda del Bosque Viejo.
Me gustan tus cejas pobladas
bañadas por el humo que expulsas de tu boca,
tus piernas anchas y carnosas,
tus pies pequeños manchados de sudor,
tus pestañas largas que cubren como cortinas tu mirada tímida.
Apropósito, me pueden tus pechos grandes y jugosos, redondos y ligeramente caídos.
Me enloquece como eres,
tu actitud y tu sensualidad,
tu pasión fría y disimulada,
tus pocas ganas de ser como los demás.
Me atraes porque saludas desinteresada
y te vas siéndolo aún más.
Y porque participas poco,
pero si lo haces aciertas.
Pienso en ti porque no eres cariñosa
y porque no me pides que te haga caso,
también lo hago porque te pierde el sexo
y cualquier escenario te vale para hacerlo.
Prefieres beber conmigo y dormir sola,
acaricias más intenso un instrumento que mi cuerpo
y rozas más botellas que mis labios.
Por eso te describo como eres
y no solamente por como te veo.
Esto es canción para sordos
y versos para ciegos.
Y es mi letra vendida a corazones desechos.