He aquí el último fragmento de uno de mis poemas:
Y la razón sustituyó al sentimiento.
Y los amargos tragos a los felices.
Y la picaresca se convirtió en monotonía.
Cerré los ojos para ver si era un sueño.
Pero los sueños se convirtieron en polvo.
Y las pesadillas en hechos.
Y el miedo en constancia.
Y cuando ya estaba todo dicho,
Abrí la puerta del engaño,
me arrogé.
Me arrogé al vacío lleno de escombros.
Y así terminó el recorrido racional.