sábado, 15 de diciembre de 2012

Descripción de alguien.


Yo te quiero así,
con las manos de hojalata
y tu cuerpo desigual,
con tus caderas deformes
y tus pelos rebeldes.
Te deseo por tu sonrisa chivata,
que desvela el cauce de un río entre tus dientes.
Por tu piel pálida y tu pelo sucio,
oscuro, como la maleza más profunda del Bosque Viejo.

Me gustan tus cejas pobladas
bañadas por el humo que expulsas de tu boca,
tus piernas anchas y carnosas,
tus pies pequeños manchados de sudor,
tus pestañas largas que cubren como cortinas tu mirada tímida.
Apropósito, me pueden tus pechos grandes y jugosos, redondos y ligeramente caídos.

Me enloquece como eres,
tu actitud y tu sensualidad,
tu pasión fría y disimulada,
tus pocas ganas de ser como los demás.
Me atraes porque saludas desinteresada
y te vas siéndolo aún más.
Y porque participas poco,
pero si lo haces aciertas.

Pienso en ti porque no eres cariñosa
y porque no me pides que te haga caso,
también lo hago porque te pierde el sexo
y cualquier escenario te vale para hacerlo.
Prefieres beber conmigo y dormir sola,
acaricias más intenso un instrumento que mi cuerpo
y rozas más botellas que mis labios.
Por eso te describo como eres
y no solamente por como te veo.

Esto es canción para sordos
y versos para ciegos.
Y es mi letra vendida a corazones desechos.

martes, 11 de diciembre de 2012

La calvicie y sus estragos.


Por cortesía de un amigo:
El cartón crece, los años no perdonan, cada día que pasa más pelos se desprenden de mi cuero cabelludo haciendo un ruido microscópico y sordo contra el suelo.
Mi cabeza es como uno de esos anuncios de limpiadoras que ponen su teléfono numerosas veces en una hoja de papel cortada de tal forma que puedan arrancarse fácilmente por la mano de un interesado, en este caso los pequeños fragmentos de papel son mis pelos y la mano interesada es la fría garra de la calvicie.
Es una cuenta atrás, inexorable. Más y más folículos mueren cada día, sus vecinos de luto saben que la hora les llegará temprano pues ya están en pleno proceso de MINIATURIZACIÓN.
-Guillermo García (2012 d.c)

lunes, 8 de octubre de 2012

La Rutina

Lejos de pedir otra copa
en el local de la esquina
donde por costumbre sales 
con la cara rota,
las cuatro eran ya en el reloj.
Y se dio una situación cumúnmente extraña:

Los de pinta rara,
empezaron a consumir 
la sal de los tequilas (o algo así). 
Además, no se paro el tiempo 
cuando se descorcho las séptima botella,
y entre sonrisas de tristeza 
se hizo el silencio abrumador.

Y fue salir de allí y de noche cerrada,
acaricie un pecho
fingiendo ser mi almohada.
Ya olía a mierda cuando
se mezclaron las salivas y los alientos.

Se hizo el amor. 
Aunque ni yo sabía quien era ella, 
ni ella sabía quien era yo.

Llegue a casa
y entre papeles tirados,
me hice un hueco al costado de su brazo,
el de mi musa imaginaria.

Pasó la escasa noche y la mañana,
me desperté llorando como por costumbre lágrimas.
Y salí a hacer amigas,
a ese local de la esquina,
donde por costumbre sales
con la cara rota...

martes, 25 de septiembre de 2012

Una recámara de letras.


Por si acaso, he guardado las últimas palabras para el final.

Para ese momento en el que tienes algo importante que decir, más importante que todo lo demás.

He creado una recámara de letras. No están precisamente ordenadas, pero lo estarán para cuando llegue el preciso instante. Primero pense en escoger cosas como: gracias por todo, te quiero, cuidate mucho, acordaros de mí... Despues de cavilar sobre el asunto, cambié de opinión, qué absurdo me parecía decir lo que nunca digo en un momento tan importante: es como si durante toda mi vida estuviese cultivando una persona, un modo de ser, para que cuando llegue el momento de dar la cara y demostrar todo lo inculcado en mi persona por mi mismo, mandase mis enseñanzas al garete y me transformase en otro yo. Otra persona más común al resto.

Dicho esto, mientras tanto es un alivio poder dedicarme a hablar por hablar y escribir por escribir.

martes, 21 de agosto de 2012


Cuando uno está mayor,
sus ojos se resisten a abrirse,
y parpadear cuesta más y más.
La costumbre de levantar el párpado se deteriora, y casa vez se hace más duro ver.
Los momentos de agonía y oscuridad se prolongan.
La pupila y el iris se ven forzados a llamar a la puerta carnosa que los cubre.
Toc-toc ¡Toc-toc! y se consigue parpadear con esfuerzo.
Como cuando abres una puerta vieja y deteriorada.

Pero cuando la edad avanza, golpear empieza a ser insuficiente.
¿Qué será lo siguiente, llamar al timbre?
Sí, y que se produzca un sonido, un pitido.
Ese pitido que se confunde con la llegada de la muerte.
El esfuerzo nos vence:
pretendiendo salvarnos, tentamos a ahogarnos con el ruido del timbre.
Una alarma, un aviso. La manera de abrir los ojos a la muerte cerrando los párpados para siempre.

Menos mal que todavía tengo 18 años. Y mis ojos se abren casi sin querer, de manera automática, llenos de vitalidad.

lunes, 30 de julio de 2012


He aquí el último fragmento de uno de mis poemas:


Y la razón sustituyó al sentimiento.
Y los amargos tragos a los felices.
Y la picaresca se convirtió en monotonía.
Cerré los ojos para ver si era un sueño.
Pero los sueños se convirtieron en polvo.
Y las pesadillas en hechos. 
Y el miedo en constancia.


Y cuando ya estaba todo dicho,
Abrí la puerta del engaño,
me arrogé.
Me arrogé al vacío lleno de escombros.

Y así terminó el recorrido racional.

miércoles, 25 de julio de 2012


CONVERSACIÓN

Caprichosa conciencia,
¿Tú me lo dices?
¿Tú que vives en la incerteza?
Tú que desapareces.
Tú que llegas cuando te apetece.
Tú que te ausentas,
que te escondes y que vuelves.

Tú que afloras mis versos, 
tú que desinchas mis pensamientos.
Tú que guías. Tú que pierdes.
Tú que ries, ¡Tú que ries!

Tú que disfrutas mi poesía
tanto tuya como mía.
Debido a ti escribo
debido a ti disfruto.
Y tú me lo dices...

miércoles, 18 de julio de 2012


NO SON LAS DOCE

Suena el campanario y no son las doce.
Vestidos negros, caras largas.
La tristeza lidera y los demás avanzan.
Hoy se ha muerto alguien.

Pasos de susurros,
de llantos fingidos
de amigos queridos.
Pasos de la gente.

Crepuscular mirada
Y como cada mañana,
pero esta vez diferente,
estoy vacío...

Y ahora me doy cuenta:
Hoy se ha muerto alguien,  
y ese alguien, soy yo.